Hermano Juan Diego Píriz Macías, modesto y sabio carpintero español, cuyo nombre enaltece a la promoción 1986 del Colegio Claretiano de Trujillo. |
El Hermano Juan Diego Píriz Macías CMF fue un modesto y sabio carpintero de la Congregación Claretiana que se pasó gran parte de su vida en el taller de carpintería y mantenimiento del Colegio Claretiano de Trujillo.
Tenía la paciencia de un santo y la amabilidad de un embajador. No por casualidad nuestro señor Jesucristo y su padre, San José, también fueron carpinteros. Y de seguro que en su afán de imitar al Nazareno, el Hermano Juan Diego también decidió seguir el oficio de carpintero.
Cuando tocaba el timbre para salir al recreo -después de largas horas de clase- muchos teníamos la curiosidad de visitar su taller solamente para verlo trabajar, concentrado con su martillo, serrucho, gubia, escuadra metálica, lápiz y cinta métrica.
Su taller casi siempre estaba a media luz, pero él seguía concentrado cepillando y cortado las maderas para reparar las carpetas, pupitres y todo lo que era necesario arreglar en el plantel. ¡Era un experto!
¿Dónde nació? ¿Cómo llegó al Perú? Por su acento y su clásico "seseo" deducíamos que era español. Y en efecto, lo era. Un español de la España profunda, de aquella que se desangró en la cruenta guerra civil española de los años 30, guerra inmisericorde e injusta como todas las guerras, a la que el poeta César Vallejo le dedicó los versos más desgarrados de "España aparta de mí este cáliz".
La verdad es que la guerra civil española habría dejado más de una tristeza en el alma de este buen hermano, soledad y dolor que el sobrellevaba con estoicismo de un santo, igual que los santos claretianos mártires de Barbastro (que en el Cementerio de Miraflores, en Trujillo, tienen un monumento in memoriam).
Lo cierto es que el Hermano Juan Diego Píriz Macías gustaba más de estar en su taller de carpintería, trabajando con modestia y entereza, digno ejemplo para los jóvenes advenedizos que éramos. Solía vestir camisa celeste a cuadros y un par de "jeans" desteñidos. Sus ojos eran claros y su pelo canoso, signo de sus años bien vividos. Era también muy devoto de San Antonio María Claret, fundador de la Orden Claretiana.
Corría el mes de abril del año 1986 y teníamos que elegir un nombre para la promoción...
La decisión fue unánime: "La promoción se llamará Hermano Juan Diego Píriz Macías". Los profesores y sacerdotes que regentaban el plantel celeste (en esa época el director era el reverendo padre Ángel Garrido) al principio se sorprendieron, porque la costumbre era buscar nombres de personajes célebres, de intelectuales de renombre o de sacerdotes que tenían un cargo directivo. Pero finalmente estuvieron de acuerdo.
Cuando fuimos a preguntarle al Hermano Juan Diego si acaptaba, él se emocionó y se puso a llorar. "Si ustedes me lo piden ¿cómo no voy a aceptar? ¡Es todo un honor!", nos dijo.
Así era él: como un niño inocente. Incluso para la foto oficial de la promoción, todos nos sorprendimos al verlo ataviado con un elegante e impecable hábito de color negro, pero siempre con sus viejos zapatos de obrero, sentado junto al padre director Ángel Garrido.
Ahora que han pasado los años y que el buen Hermano Juan Diego ya descansa en la paz de Dios, ¡cuánto nos pesa no haber conversado más con él!, ¡cuánto nos duele su ausencia! Lamentamos el no haberle preguntado cómo se llamaban sus padres, cómo se llamaba el pueblo dónde nació, cómo llegó a Trujillo...
Si desde el cielo nos escuchas: ¡discúlpanos hermanito querido!
Hermano Juan Diego este es un merecido homenaje para ti de parte de todos los integrantes de la promoción Bodas de Plata. Estas aquí, ¡siempre presente con nosotros!
(Por Nivardo Córdova Salinas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario